El primer componente de ser un testigo del Evangelio es recibir las buenas noticias para nosotros mismos. Es prepararnos para recibir esta noticia de modo que podamos compartirla con los demás.

Crear relaciones sólidas con los vecinos no sucede de forma natural, sino que requiere intencionalidad. Requiere dedicar tiempo a nuestros vecinos. Significa estar intencionalmente presentes en nuestros vecindarios.

¿Dónde vemos lo que Dios está haciendo en la vida de nuestro vecino? ¿Cuándo, en oración, existe la oportunidad de proclamarles esas buenas noticias? ¿Cuándo podemos ayudar a mostrarles dónde está actuando Dios en sus vidas?

Invitar a otros a participar en la familia de Dios requiere dar pasos muy pequeños durante un largo período de tiempo, a medida que aprenden quién es Jesús y qué está haciendo Jesús en sus vidas.

Podemos esforzarnos mucho, pero tenemos que esperar, depender y creer que el Espíritu está actuando. A través del poder del Espíritu Santo, Dios está cambiando corazones, vidas y comunidades.